La Lactosa es un azúcar presente en la leche de todos los mamíferos.
La enzima Lactasa la desdobla en Glucosa y Galactosa, y ya está lista para digerirse.
Si los niveles de Lactasa son bajos, la leche no se digiere y la mucosa intestinal se altera pudiendo dar lugar a diferentes síntomas:
Náuseas, dolor abdominal, espasmos, hinchazón abdominal, diarreas ácidas, defecación explosiva, vómitos....
También podemos encontrar abatimiento, cansancio, dolores de las extremidades, nerviosismo, transtornos del sueño...
1- Intolerancia primaria, progresiva e incurable
Pérdida progresiva de la producción de la lactasa .
No es peligrosa y es muy común:
La mayoría de la población mundial adulta tiene déficit de lactasa, excepto la población del norte y centro de Europa.
El 15% de los españoles tienen intolerancia a la lactosa
El 83% de los esquimales tienen intolerancia a la lactosa
El 98% de los tailandeses también
2- Intolerancia secundaria, transitoria y curable
Provocada por un daño intestinal temporal que tiene otra causa (infección intestinal, celiaquía, Chron, toma de ciertos antibióticos...). Una vez la persona está curada y cuando la mucosa intestinal se ha regenerado, desaparece la intolerancia a la lactosa.
3- Intolerancia completa o Alactasia, desde el nacimiento e incurable
Poco frecuente.
La falta de leche en la dieta puede producir falta de Calcio, Vitamina D , Riboflavina y proteínas.
Las complicaciones más comunes son la pérdida de peso y la malnutrición.
Fuentes alternativas de obtención de estos nutrientes:
Calcio: Sardinas, salmón, tofu, gambas, col, espinacas,...
Vitamina D: Aunque la crea el propio organismo cuando se expone al sol, una rica fuente es el hígado de bacalao.
Existen suplementos de lactasa en forma de pastilla/cápsula que permiten consumir productos lácteos.
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