Es verdad que tiene su gracia estirarte en la toalla y adormilada seguir las conversaciones de los partenaires que te han tocado al lado, es como una forma mundana de meditar. Estás tan pendiente de lo que escuchas que tus pensamientos aburridos y conocidos se esfuman.
Escucho a los grupos de señoras que no callan y el señor que ese día no ha podido librarse de la excursión, que dice "Me voy a dar un paseo, estoy ya cansado de oíros", provocando la risa de las señoras, que continúan hablando de su régimen o sus nietos o dándose consejos que a ellas les funcionan y la otra ni escucha deseando que le toque el turno de palabra. Escucho a la madre y a la hija que ya voló y quedan en la playa para compartir, felices... " te acuerdas de Fulanito, el de Andorra? Se ha ido a vivir a vete a saber donde....". El otro día escuchaba la conversación de tres señoras sobre la relación con sus padres en sus tiempos mozos.... "El día antes de mi boda mi padre me encontró despidiéndome en el portal con mi marido y se puso como una fiera, ya ves, por un beso...", uf, pensé, qué suerte vivir la época que me ha tocado!
Y cuando me canso de charlas y de gritos de niños nado hasta la boya para encontrar el silencio y solo escucho el borboteo del agua cuando muevo mis brazos para nadar despacio, sin zambullir la cabeza. Escucho, miro el cielo y siento el privilegio de vivir en mi pueblo que me regala estos minutos de paz y euforia enlazados, y la maravillosa sensación de integrarme en la naturaleza.
Y para cuando no estoy en la playa, sino en la cola del supermercado o esperando que toque mi número en la delegación de Hacienda, me bajo esta aplicación del móvil que no es lo mismo pero algo ayuda! Auriculares y a fluir!!
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