El coaching es la leche.
Perdón por la expresión, pero después de cada sesión, sea paseando o tomando un te o por telefóno o como sea, mi pensamiento al cerrar es éste: el coaching es la leche.
Acabo de cerrar una sesión, y mientras me voy desconectando quiero plasmar esta sensación que se repite tantas veces, como si fuera éste mi diario, que casi lo es. El coaching es la leche.
Porque en esos momentos de desconexión, doy un repaso a las anteriores sesiones que hemos compartido, a los tonos de voz utilizados en cada una de ellas, las expresiones de la cara, las posturas, los términos y palabras pronunciados en cada sesión. Y percibir tantos cambios me conmueve.
No me gusta la palabra transformación, ni la de la autenticidad, ni siquiera la palabra plenitud. Me provocan como una resistencia, me hacen sentir difícil lo que quizás no lo es. Pero la palabra cambio sí que me gusta, está al alcance de todo el mundo. Porque un cambio de actitud o de perspectiva siempre es factible.
Porque en esos momentos de desconexión, doy un repaso a las anteriores sesiones que hemos compartido, a los tonos de voz utilizados en cada una de ellas, las expresiones de la cara, las posturas, los términos y palabras pronunciados en cada sesión. Y percibir tantos cambios me conmueve.
No me gusta la palabra transformación, ni la de la autenticidad, ni siquiera la palabra plenitud. Me provocan como una resistencia, me hacen sentir difícil lo que quizás no lo es. Pero la palabra cambio sí que me gusta, está al alcance de todo el mundo. Porque un cambio de actitud o de perspectiva siempre es factible.
No se trata de ensalzar y buscar una alegría y una motivación pasajeras. Se trata de trabajar la consciencia, procesar cada una de las emociones que están ahí, aceptar, perdonar, confiar, creer y trabajar las capacidades individuales de las que todos estamos provistos y muchas veces olvidamos. Y si se puede reir se ríe, pero si se tiene que llorar se llora. Todo duelo tiene su proceso.
Cuando las personas me agradecen el acompañamiento mis palabras siempre son las mismas, el coach no tiene ni mérito ni responsabilidad, el resultado del cambio es fruto del esfuerzo de la propia persona, que lo vive y se lo trabaja. Una hora de reflexión no consigue ese aumento de autoestima y confianza que se produce. Simplemente induce.
Y bien cierto es que las personas son completas, creativas y llenas de recursos, como predica el coachig co-activo.
Ésta es mi reflexión. Espero que, con ella, quien sea reticente pero necesite un cable se dé una oportunidad.
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