Receta de la Amistad
Dificultad: media
Tiempo de elaboración: depende
Cogemos una buena dosis de conexión y de autenticidad, espolvoreamos con empatía, interés y sorpresa, mezclamos bien y dejamos en la nevera que se enfríe una buena temporada.
Cuando la masa está ya madura y consolidada, tamizamos con estima y compromiso y podemos poner ya a calentar el horno a una temperatura de 36,5 grados.
Mientras, untamos un molde antiadherente con una buena dosis de aceptación y tolerancia, y una pizca de perdón que hará homogeneizar la mezcla y vertemos la masa con cuidado y cariño.
Para que la masa quede esponjosa es conveniente añadir aventura y alegría.
Hornear.
El glaseado lo haremos en un pote pequeño, también antiadherente, (es muy importante que minimicemos las dosis de apego) donde derretiremos afecto, confesiones, ayuda, esperanza, gratitud y buenos deseos.
Al gusto podemos añadir diferentes ingredientes para decorar: sinergia, enamoramiento, tiempo libre, vacaciones, cartas, teléfono, whatsapp, y hasta sexo, los más atrevidos!
Lo servimos a tajadas finas con cucharadas abundantes de amor, y compartimos.
Frío o caliente. Tanto monta.
Mientras disfrutamos de esta delicatessen podemos hacer un brindis.
Y mi brindis es atrevido!!
Brindo por romper una creencia: la amistad ha de durar toda la vida.
Rompo la creencia porque me abruma y me apetece disfrutar del recuerdo de los amigos que tuve en cualquier momento y que ya no están presentes, sin aquel punto de culpabilidad.
Y quiero disfrutar de los amigos que ahora me acompañan sin expectativas.
Está bien así, estoy contigo, estoy feliz de compartir y voy a quererte mucho hoy!!
Gracias Carmen por regalarme con esta canción hoy. La chispa que necesitaba, ya sabes!
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