Los de mi generación aprendimos que dejar comida en el plato afectaba directamente a los negritos que pasaban tanta hambre. Ahí estaba el sentimiento de culpabilidad si no podías comerte el plato generoso que te había servido aquél que sabe lo que es ese dolor de estómago vacío.
Yo, mal comedora de siempre, me miraba el guiso leonés y pensaba con qué gusto les daría yo lo que ya no me cabe en el estómago... pero como no puedo hacérselo llegar, me lo tendré que comer y así no les hago un feo.
Tirar comida es pecado. Y niño gordito, símbolo de salud.
Y yo, toda flacucha, escuchando siempre que tenía que comer más.
Maribel se puso el reto de romper esta creencia, y dejó de acabar ella con las sobras de los demás. Yo la rompí hace ya unos años: si el plato se ha de acabar, el plato ha de ser justo. No tiro comida, pero no lo hago por los "negritos", ni siquiera por mi economía, lo hago por mis comensales, porque poner comida en exceso ni favorece a los que desgraciadamente no tienen qué comer ni a los que comen en casa.
Simplemente, si hay cinco a comer, no hacer comida para siete. Esa es mi creencia. Y la de Maribel!
Un saludable truco para perder peso poco a poco.
Tristeza...
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